SIN DERECHO A REPLICA
Existen ocasiones en que por casualidad o por eventos fortuitos se llegan a conocer personas que casi de manera inmediata provocan una sensación de bienestar en el estado anímico y que resulta indescifrable el origen de aquella impresión. Cuando esto sucede, bastan sólo unos pocos instantes para sentir que se está en frente de individuos que pueden provocar ciertos efectos que quizás otros no logran en la cotidianidad de nuestros días. Es posible que esa percepción sea sólo una ilusión debido a lo cuadriculado que a veces resulta el diario vivir, esa pequeña alteración hace que se caiga en la cuenta de lo importante que es estar siempre dispuesto a experimentar nuevas vivencias.
Puede que con el transcurrir del tiempo aquella sensación se desvanezca y termine siendo una relación más entre tantas que uno como persona tiene con el medio, con el trabajo, con su círculo social. Mas no se puede tener la incertidumbre de aquel desenlace sin antes estar dispuesto a lo que puede acontecer.
Sucede muy a menudo; a veces se tiene la suerte de llegar a conocer gente excepcional, y a veces simplemente personas más del montón. Me han pasado ambas. Las he disfrutado y las he padecido. Sin reproches, sin reparos; liberándome de la mala costumbre de recordar siempre lo negativo y más bien teniendo la disposición de descubrir lo interesante que puede resultar dicha experiencia.
Con esta actitud he llegado a relacionarme con magníficas personas, que si bien a muchas de ellas les ignoro su actual suerte, a otras tantas les he aprendido demasiado, las aprecio a pesar que pueden estar dispersas, no necesariamente cerca, pero que han brindado su esencia como individuos, como seres sociales que somos. Y las que están cercanas, gozan de un mutualismo del que ambos nos beneficiamos: ellas me brindan su naturaleza y yo simplemente les regalo las toneladas de defectos y virtudes que me componen.
Puede que con el transcurrir del tiempo aquella sensación se desvanezca y termine siendo una relación más entre tantas que uno como persona tiene con el medio, con el trabajo, con su círculo social. Mas no se puede tener la incertidumbre de aquel desenlace sin antes estar dispuesto a lo que puede acontecer.
Sucede muy a menudo; a veces se tiene la suerte de llegar a conocer gente excepcional, y a veces simplemente personas más del montón. Me han pasado ambas. Las he disfrutado y las he padecido. Sin reproches, sin reparos; liberándome de la mala costumbre de recordar siempre lo negativo y más bien teniendo la disposición de descubrir lo interesante que puede resultar dicha experiencia.
Con esta actitud he llegado a relacionarme con magníficas personas, que si bien a muchas de ellas les ignoro su actual suerte, a otras tantas les he aprendido demasiado, las aprecio a pesar que pueden estar dispersas, no necesariamente cerca, pero que han brindado su esencia como individuos, como seres sociales que somos. Y las que están cercanas, gozan de un mutualismo del que ambos nos beneficiamos: ellas me brindan su naturaleza y yo simplemente les regalo las toneladas de defectos y virtudes que me componen.